miércoles, 11 de enero de 2012



UNA NOCHE TENEBROSA
Una noche se encontraban jugando, dos hermanos muy unidos y amigables. Josué tenía 14 años, era alto, pelo negro, el cuidaba de su hermana Lizbeth, una niña de 13 años, alta, de pelo castaño. Esa noche ellos dos se quedaron solos pues si mama y su papa salieron de viaje, los dos jugaban con una pelota afuera de su casa, pero lo peor de todo es que esta pelota con una patada que le dio Josué, salió volando al patio de la casa de don Silvestre, un hombre solitario, viejo, amargado y gruñón.
Lizbeth quiso atraparla, pero la pelota cayó detrás de la casa, y el portón de la casa de don Silvestre estaba con candado.
-Josué, Josué- dijo Lizbeth- la pelota cayó en la casa de don Silvestre.
-¿Qué?- dijo Josué-¿Cómo que cayódentro dela casa de ese señor?
-Sí, hermano- respondió Lizbeth- tenemos que ir a traerla.
Los dos hermanos fueron a la casa de don Silvestre, tocaron la puerta y le gritaron, pero el señor no salió, la casa estaba totalmente oscura. Entonces decidieron entrar por atrás, de la casa donde había unos botes de basura, se subieron encima de ellos y saltaron el muro.
-Lizbeth- grito Josué- ahí está la pelota, hay que ir por ella.
-Sí, claro- contesto Lizbeth.
Lo que no se imaginaron los hermanos es que los perros bravos de la casa, ladrarían al verlos dentro de la casa. Estos perros, eran muy bravos, pelaje negro, grandes y con unos ojos rojos. Los niños se asustaron mucho, pues, pensaron que los perros los morderían, pero no fue así, escucharon maullar a unos gatos y los perros se fueron corriendo.
Así Lizbeth y Josué pudieron agarrar la pelota, que estaba en la puerta de entrada de la casa grande.Tomaron la pelota, pero al tomarla escucharon ruidos extraños, como si estuvieran cavando un pozo en la noche, los hermanos con miedo, quisieron averiguar que eran esos ruidos extraños.
Vieron un pozo muy hondo, pero sin nadie cavando dentro de él y aun lado una laguna de sangre con una pala para cavar. Dentro del pozo no se veía nada, pero Lizbeth vio algo muy misterioso, los perros bravos estaban muertos dentro del pozo.
Los niños salieron corriendo de esa casa embrujada. Saltaron el portón y al cruzar la calle vieron que don Silvestrellego a su casa con una capa negray estaba muy raro. Entonces Lizbeth y Josué entraron a su casa y se hacían preguntas entre los dos, pero no se contestaron nada.
Al otro día cuando llegaron sus padres, no les dijeron nada, pero eso sí, decidieron nunca más jugar en la calle, de noche y menos si no están sus papas. Y siguieron viviendo muy felices sin UNA NOCHE TENEBROSA.

cuento de Daniela Lizbeth Chopin Mendoza

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